Imagen de De «profe» de arte a mánager de rockeros

De «profe» de arte a mánager de rockeros

- 16/01/2024 -

Madre de dos hijos, profesora de arte en un colegio de curas de Murcia -como ella misma insiste en recalcar varias veces para acentuar el componente conservador y el periférico-, Claudia Orellana, (Madrid, 1966) comenzó, casi como hobby, a asesorar a grupos musicales de su región sobre cuestiones de toda índole: contratación, promoción, producción musical. Trece años después su vida ha dado un giro radical tras el éxito de una de las bandas a las que representa, Arde Bogotá, considerados el grupo de rock del momento, y ha cambiado las reuniones del claustro de profesores por los desplazamientos en furgoneta con los artistas, la corrección de exámenes por las pruebas de sonido en el escenario y los viajes de fin de curso por las giras por Latinoamérica. Toda una demostración de que cambiar de vida a una edad madura es posible. 

Clauia Orellana en la alfombra roja de los Grammy Latinos. Detrás Arde Bogotá.

Me muero de ganas por saber cómo una profesora de instituto llega a mánager del grupo más solicitado del momento. 

Estudié Bellas Artes, con especialidad en Restauración. Soy de Madrid, me casé joven y me vine a vivir a Murcia y empecé a trabajar en un colegio concertado con mucha tradición de organizar eventos. Lo que más me apasiona es ayudar a desarrollar el talento y a eso me dedicaba con mis alumnos. Mi marido es muy melómano e íbamos mucho a conciertos y yo siempre me aburría, pensaba que un grupo tan bueno podría hacerlo mucho mejor, o haber tocado en un sitio más grande, o estar en un festival determinado. Incluso me atrevía a contactar con los programadores de festival para sugerirles grupos. En 2008 comencé a colaborar con una banda que se llamaba Doctor Sapo, de Guadalajara, y vi los problemas que tenían con su oficina, así que buscamos un abogado, nos fuimos a Madrid a la SGAE para ver cómo podían hacer un disco solos y así empezamos. En Murcia había un buen cultivo cultural, pero yo no tenía las herramientas adecuadas, trabajaba en un colegio, era madre de dos hijos adolescentes, estábamos lejos de Madrid. Hubo grupos que llegaron a hacer cosas y en cuanto despuntaban, se iban con otro, porque yo no podía hacer contratos, ni podía facturar, ni nada. Y tampoco me respetaba mucho el mundo de la industria, que me veía como una madre que además daba clase en un colegio de curas, parecía todo muy de aficionado. 

Al principio me respetaban poco en el mundo de la industria musical, me veían como una madre que daba clase en un colegio de curas, parecía todo muy de aficionado. 

¿Y cuándo diste el salto a la profesionalización?

En torno al 2010 conozco a Tonny Serrano, de Cartagena, y me gustó mucho su honestidad. En aquel entonces aún había mucha gente de la vieja escuela, no había gente joven y profesional en Murcia. Tonny tenía los valores que yo buscaba, vimos las carencias que tenía la industria musical en Murcia y nos lanzamos. El 2011 montamos la agencia Son Buenos y hemos estado casi nueve años sin ganar un duro, porque casi todo lo que ganábamos lo invertíamos en ir a ferias y festivales. Hemos peleado mucho, y ahora somos discográfica, editorial, agencia de management y hemos hecho desarrollo con grandes grupos, hemos creado equipos con Warner, con Sony… Además, después de ir a un congreso de enseñanza con charlas muy motivadoras, me di cuenta de que no había nada similar para músicos, que en en todos los encuentros de esta industria solo se hablaba de la parte negativa del negocio, así que en 2013 montamos Big Up, un congreso para músicos en los que encontrasen herramientas de trabajo. En Murcia hay mucho talento, mucho local de ensayo, pero no había oficinas de mánager y todos los grupos nos preguntaban mil cosas. Fue un exitazo, vinieron músicos de muchas edades y estilos, y empezamos a hacer conciertos en la calle, en plazas y de ahí han salido distintos grupos, como Arde Bogotá. Ahora el modelo de Big UP ya está bastante extendido, pero fuimos pioneros.

Con Carmesí en la sede de Sony.

Pero tú todavía trabajabas en el colegio. 

Sí, los últimos dos años creía que me moría, daba clase, ayudaba a los alumnos a su desarrollo de talento, me levantaba a las cinco para corregir exámenes, dedicaba el domingo a preparar las clases de toda la semana, en los recreos contestaba a las llamadas de prensa y gestionaba entrevistas. Para que no se me echase en cara ni en la enseñanza ni en la música que estaba haciendo otras cosas, me volví muy exigente conmigo misma. Todo me desbordaba y me planteé que había que tomar medidas. Y al final pedí una excedencia en el colegio. 

¿Fue fácil tomar la decisión?

Tiene sus problemas, la desgracia de mi edad es que tengo que pensar en mi jubilación, a pesar de los muchos años que llevo cotizados, cuentan mucho más los últimos años. Y sabemos que la industria musical es efímera, que los grupos hoy gustan y mañana no…. He cambiado la seguridad por algo que nunca sabes cómo va ser. Ahora estamos en una posición relativamente buena, pero eso no quiere decir nada. Tengo una excedencia limitada.

¿Cómo se lo tomó tu familia?

Mi marido ha sido un gran apoyo, le gustan mucho los conciertos e independientemente de mi trabajo, está muy al tanto de las cifras de los grupos, de las entradas y discos que han vendido… Mi madre y hermana no lo veían como trabajo, sino como un lío en el que yo me metía. Cuando le decía a mi madre que me iba de gira con un grupo, me decía “pero irá tu marido contigo”. Lo sorprendente no es que me lo dijese ella, también, mis amigas de mi edad mHemos estado casi nueve años sin ganar un duro, casi todo lo que ganábamos lo invertíamos en ir a ferias y festivales.

Tu agencia se llama Son Buenos, supongo que eso es lo que dices cuando ves a alguien con talento. ¿Cómo sabes quién puede funcionar y quién no?

No sé decirte, es como el duende del flamenco. Yo no soy experta en música, pero veo cómo reacciona el público. Si veo un grupo en directo, tengo que creérmelo, no me basta con que manden canciones, necesito ver una banda en directo y que transmita. Pero he aprendido que eso no quiere decir nada, se necesita trabajar mucho con ellos, tienen que tener muchas ganas de trabajar, profesionalizarse. Y luego hay un componente en las canciones que hacen que lleguen a la gente, tú puedes hacer todo lo que sea y trabajar mucho, pero como no lleguen a la gente, no hay manera.

Hemos estado casi nueve años sin ganar un duro, casi todo lo que ganábamos lo invertíamos en ir a ferias y festivales.

Tienes una relación muy directa con ellos.  

La mitad de mi tiempo con los músicos lo paso trabajando tolerancia y frustración. Todos los mánagers estamos desquiciados, porque la relación con los grupos es casi como la que tienes con los adolescentes; al principio te tienen mucho respeto, luego por el camino tienen esa fase de que a veces no trabajan tanto y empiezan a cuestionar tu trabajo. Llegar a la tercera fase con una relación normalizada, ya es un logro. 

Con Kaze y Pepe Esteban en el Festival Cartagena Suena 2022. Foto: Gloria NM

¿Y cómo es el camino con Arde Bogotá?

Los cogimos cuando solo tenían una canción publicada, los contratamos para el Big UP Murcia, los vio Fernando Neira de El País y dijo “este grupo lo va a petar”. Toda la industria estaba buscando esa renovación del rock. Llegaron en el momento adecuado y de repente los quería todo el mundo. Fue muy complicado, y fue un gran alivio cuando cuatro meses después firmaron con Sony y con nosotros. Ellos trabajan mucho, se dejan guiar muy bien -nunca había trabajado con un grupo que se pusiera tanto en nuestras manos-, pero creo también que estos diez años que habíamos estado pico y pala nos habían preparado para la llegada de un gran grupo como Arde Bogotá. También arriesgamos con ellos, cuando sacaron Exoplaneta nos invitaron a un evento benéfico en Colombia, porque pensaron que eran de allí y Tonny y yo decidimos ira pesar de que nos iba a costar una pasta, había que apostar por ello. Así actuaron en el Movistar Arena ante 10.000 personas. Casi toda la planificación ha ido muy bien, la banda tiene un tremendo futuro, ahora inician gira en México y luego en Argentina. 

Para que no se me echase en cara ni en la enseñanza ni en la música que estaba haciendo otras cosas, me volví muy exigente.

¿Acompañas a todos los grupos en sus conciertos?

Es imposible ir a todos los conciertos porque también tengo vida familia, pero nos turnamos el equipo. 

Antes de un concierto de Arde Bogotá en la Riviera. Foto: Gloria NM.

¿Sigue siendo una leyenda lo del “Sexo, drogas” en el rock&roll?

No tanto como se piensa. Hay sexo y drogas, claro, pero no solo en el rock, sino en todos los trabajos, pero yo creo que las bandas más jóvenes son muy profesionales y tienen claro que esto es un trabajo. Por ponerte un ejemplo, el cantante de Arde Bogotá era abogado en Uría Méndez, un tipo con un futuro increíble, el batería era profesor en la escuela de turismo, todos lo han dejado para dedicarse a esto y lo hacen de una forma profesional. En las nuevas generaciones hay un componente de querer vivir de la música que los hace prepararse mucho. Ensayar, tocar, ir de gira es muy duro y tienes que prepararte no solo musicalmente, sino también físicamente. En el mundo del rock hay un halo de glamour que no es cierto, vas corriendo a todas partes, te comes un sándwich en la furgoneta, una entrevista aquí y otra allí… Al final los que se dedican más al sexo y a las drogas son los que menos triunfan. 

Ves que en el grupo que lidera una chica, el técnico de sonido se dirige al guitarrista, cuando es ella quien compone, dirige y contrata a los músicos.

Continuamente hablas de que los grupos tienen que trabajar mucho para llegar lejos. ¿A qué te refieres exactamente, a ensayar y componer? 

Ensayar, componer, mejorar el directo, hacer entrevistas, saber bien a dónde va tu proyecto. Arde Bogotá tiene jornadas de trabajo maratonianas todos los días de la semana. Hay que viajar tocar, cumplir horarios, montar escenario, hacer pruebas de sonido, trabajar mucho en equipo. Hay muchos grupos jóvenes para quienes esto es solo tocar y apenas ensayan. Tienes que estar, seguir aprendiendo, el cantante de Arde Bogotá sigue tomando clases de canto; y además tienes que tener talento, los contactos adecuados, no decaer y no mirar tanto lo que hacen lo demás. 

Ahora hay más mujeres en el mundo de la música, pero aún siguen siendo minoría en todos los ámbitos, músicas, mánagers, técnicos, etc. ¿Notas discriminación por el hecho de ser mujer?

Sigue pasando. Me he encontrado con promotores, dueños de salas de conciertos, gente de la industria que te tratan con mucha condescendencia. Aunque gracias a Dios en las nuevas generaciones ocurre menos, porque hay una educación aprendida en el día a día del trato de la mujer en el trabajo. A veces he tenido que llamar la atención por el trato que le han dado a mi compañera más joven en un escenario. Ves que en el grupo que lidera una chica, el técnico de sonido se dirige al guitarrista, cuando es ella quien compone, dirige y contrata a los músicos. La pena es que ya me he acostumbrado, no puedes estar con la lupa todo el día pasándolo mal. En un momento estaba tan cansada que decidí que Tonny llevara el booking y se encargara de la industria y yo de los músicos, la promoción y la prensa, que son mundos más amables. 

No es justo seguir en algo que no te hace feliz, ni para ti ni para la gente con la que trabajas. 

Presentación del disco Cowboys de la A3, de Arde Bogotá.

¿Te atreverías a darle un consejo a alguien que quiera cambiar de vida profesional cuando parece que ya está todo hecho?

Es muy difícil, uno siempre está buscando la seguridad en el trabajo, tienes hijos pequeños y lo importante es coordinar trabajo y niños. Pero llega un momento en que pierdes la ilusión, hay que buscarla, aunque sea algo que no tiene que ver. No es justo seguir en algo que no te hace feliz, ni para ti ni para la gente con la que trabajas. 

¿Y qué alicientes tiene este trabajo? 

Es apasionante desarrollar los proyectos de cero, realizar cosas que llegan a la gente. Eso sí, tienes que aprender a tolerar la frustración, a tener paciencia y trabajar mucho la ilusión. Si lo miras bien, mi trabajo no se diferencia de muchos otros. 

¿Si tuvieras que volver al instituto, lo vivirías como un fracaso?

Si vuelvo al colegio, lo haré con la misma ilusión de siempre, echo de menos ese descubrimiento de alumnos con talento. Y no, no lo vería como un fracaso. La vida es así, me ha tocado vivir este momento y con la edad que tengo, ya está. 

¿El mejor momento de este trabajo?

Hay muchos. Cuando vuelves con los músicos en la furgoneta después de un gran concierto. Cuando haces el primer festival con un grupo, cuando en su primer directo ves que la gente se emociona, eso para mí es lo más emocionante. Este año en un concierto de Nunatak vi al público de la primera fila llorar y a mí se me saltaban también las lágrimas.

Y hay muchos en los que hayas dicho “tierra trágame”. 

Muchísimos. Cuando tienes que cancelar un concierto por enfermedad de algún miembro de la banda, cuando no se han vendido entradas y tienes que dar la cara delante del promotor, cuando la banda está frustrada porque las canciones no llegan a la gente. 

El equipo de Son Buenos en el backstage. Foto: Gloria NM

Noticias relacionadas

Leave A Comment