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“El movimiento es vida”

- 29/06/2021 -

Myrian Pirish Gómez, río arriba contra el cáncer

En las redes sociales se hace llamar Pirish, un nombre que le impusieron los Achuar de la tribu de los jíbaros, cuando estuvo viviendo en el Amazonas. Significa “pájaro que canta muy bien”, aunque ella está convencida de que era la forma disimulada de decirle que habla mucho. De joven fue atleta de triatlón, a los 40 culminó un Ironman y tras haber cruzado a nado el Estrecho de Gibraltar con otras tres nadadoras, acaba de convertirse en la primera mujer que termina una travesía de 87 kilómetros por el Guadalquivir -los que separan San Lúcar de Barrameda de Sevilla- en un reto para lograr fondos para la Asociación Española para los Efectos del Tratamiento contra el Cáncer.

¿Qué se siente tras nadar 87 kilómetros por el río? 

Sentí mucha gratitud, soy muy afortunada, no todo el mundo puede vivir una experiencia así. Hasta un día antes no era seguro que pudiésemos realizar la travesía porque las autoridades portuarias no querían que se hiciese. No nos dejaban pasar la esclusa nadando, pero al final pudimos hacerlo. Y ves que viene gente del Club Náutico y se tira al agua para hacer los últimos metros contigo y también las compañeras del club de mi hija, todo el mundo aplaudiendo… Era el primer día sin mascarillas en el exterior, había niños que han superado el cáncer saludándome y diciéndome “ojalá la vida te devuelva esto…”. Fue tremendo.

Debe ser muy duro pasar dos días nadando.

Salimos el viernes con la marea a las 12.30 de la mañana. Llegamos a Sevilla a las 9 de la noche del día después. Aprovechábamos la marea a favor y la hora en la que iba cambiando la marea. Nadar de noche, antes de que amaneciera con las boyas llenas de luces, con la luna llena y ver amanecer fue precioso. Pero muy duro. Hicimos dos paradas, en La Señuela y en Isla Mínima. Fueron 87 kilómetros y en total estuvimos nadado 15 horas. En la primera tanda a un compañero le dio un pinchazo en el gemelo e íbamos más lento. Yo me puse mala en la segunda jornada. Rompí en forma de diarrea. Me dieron dos Fortasec para el camino y pude seguir. En la tercera etapa otro compañero tenía un hombro tocado.

El deporte me ayuda a controlar la ansiedad. Si no fuera por esta droga, habría caído en una depresión».

¿Lo repetirías?

Sí. Tienen la intención de hacerlo todos los años. Hay solidaridad por todos lados, una banda de música de un ayuntamiento, se vendieron muchas camisetas para la Asociación, hasta las boyas las rifaron. Fue muy emocionante.

¿Cuánto tiempo llevas haciendo travesías en aguas abiertas?

Al menos veinte años. Yo nado desde chica, porque me gustaba. Luego empecé a hacer triatlón en 1999. Yo hacía atletismo, era marchadora, y tuve una lesión en la cadera y en 2003 me enganché con los nadadores veteranos, no había equipo en Sevilla, me tenía que ir a Jerez.

¿Y lo harás mucho más tiempo?

Sí. Aunque tengo 46 años, nadie me echa la edad que tengo. En mi familia tenemos una buena genética. Mi abuelo se murió con 100 años y era algo que se percibía solo en el carnet de identidad.

 
 Además de deportista, eres enfermera, acabas de preparar tu especialidad pediátrica, estás haciendo la residencia y tienes una hija de diez años a la que crías casi en solitario, porque estás divorciada. ¿Cómo logras sacar tiempo para todo?
Hasta que fui madre me preparaba como una profesional, trabajaba en un centro de salud y entrenaba mañana, tarde, noche. A raíz de ser madre entrené mucho menos. Cuando eres mayor te conoces muy bien, yo no he hecho nunca 87 kilómetros seguidos, como mucho cuatro, pero con el gimnasio y los ejercicios logro estar en forma.  El cuerpo te va pidiendo lo que necesita. Ahora he logrado que en el hospital me dejen trabajar todos los turnos seguidos la semana que la niña está con su padre. Así que suelo entrenar cuando le toca conmigo y ella está en el colegio.
Por lo que dices, ha heredado tu gusto por nadar.
¡Sí! Le encanta, ha quedado subcampeona de Andalucía en mariposa. Es normal, se ha criado en una piscina. En 2012 eran las olimpiadas de Londres y cuando llegué de trabajar estaba viendo a Michael Phelps y ella gritaba “¡mami, mami!”. Yo le daba la teta y me iba a nadar. Su sueño es ser olímpica. Es una vida muy sacrificada, yo no la querría para mi hija, pero si ella quiere, le apoyaré. Su padre le ha dicho que eso es una tontería y yo sé que con una frase así, será olímpica, o lo que quiera, ¡por su coño!
A los 40 años participaste en un Ironman.
, en Lanzarote. Fue el regalo de cumpleaños de una amiga. Salí del agua la cuarta, pero luego, con la bicicleta, me adelantaron todospero llegué a la meta y allí me esperaba mi amiga Isabel con un ramo de flores, ¡cómo si hubiese llegado la primera! Luego todo el mundo me preguntaba si iba a participar en otro ironman para mejorar mi récord, pero no me interesaba. Mi hija tenía cuatro años y yo lo que quería era pasar más tiempo con ella, no quería obsesionarme con los tiempos, récords y cosas de esas.

También a los cuarenta decides cambiar de especialidad.

Terminé la carrera hace 25 años y desde entonces había estado en atención primaria.
Aunque yo siempre quise ser matrona, volví a estudiar a los 40 y me preparé la oposición para enfermería pediátrica, de la que soy muy fan. Me gusta mucho ver el vínculo que desarrollan las madres de los prematuros cuando están piel con piel, aunque el niño esté enchufado a cables. Yo fui prematura y en la incubadora, que estaba mal esterilizada, cogí una bacteria, una bronconeumía y varias cosas más. Así que ahora me gusta mucho animar a las madres de los prematuros. Les digo “mírame a mi, mido 1,70, nado y corro… fui prematura”. Siento que se ha cerrado un círculo, que le estoy devolviendo a la sociedad parte de lo que me ha dado a mí. Una de las enfermeras que me cuidaba fue mi profesora en la carrera. Cuando me daba clases se me ponían los pelos de punta. Si estoy aquí es por ellas.

Tu profesión te ha llevado al Amazonas.

En 2008 fui seleccionada por Enfermeras para el Mundo para ir al Ecuador. A la selva solo iban ciertos perfiles y gracias al deporte y a haber trabajando en atención primaria me seleccionaron. Ahí aprendí que otro mundo es posible.

 

Siento que se ha cerrado un círculo, que le estoy devolviendo a la sociedad parte de lo que me ha dado a mí».

¿Qué es más difícil, sacar adelante a un niño prematuro, criar a una hija o nadar 87 kilómetros en un río?

Para mí lo más difícil de todo es gestionar mi ira, pero he logrado convertirla en gratitud. Este mundo es un contrapeso entre el amor y el miedo y tú decides. En el deporte una lesión es una lección Y al final sí, la maternidad es la aventura más compleja de todas. Para mí tener a mi hija fue como volver a nacer, yo no habría despertado de no haber sido por ella. Fue cuando empecé a tomar conciencia de mi cuerpo. Su padre se fue de casa cuando la niña tenía un añito. He querido volver a ser madre, pero no he engañado a nadie, ja, ja.

¿Qué ha aportado el deporte a tu vida?

El deporte me ha ayudado mucho a superar todas las adversidades. Tuve un divorcio muy complicado y sigue siéndolo unos cuantos años después. Si no tuviera esta droga o adicción habría caído en una depresión profunda. Me ayuda a controlar la ansiedad.

¿Tu familia te apoyaba?

Bueno, mi madre es de aquellas que decía “como no saques buenas notas te pongo a fregar”. Y yo estudiaba para poder seguir entrenando. Nunca he sido la mejor del equipo, pero siempre he sido el alma, como el portero de la selección Reyna. Mi madre vino un día a verme hacer una marcha y sacó el crochet y yo cada vez que pasaba la veía tejiendo. Cuando terminé, me dijo “menudo jartón de sudar que te has dado”. Ahora soy consciente de que lo ha hecho lo mejor que ha sabido y hemos logrado reconectar. Lo cual me ha servido mucho para criar a mi hija.

¿Algún consejo para quien quiera nadar en aguas abiertas?

Pues que tire para adelante. Es un mundo apasionante. Y si le gusta el yoga y el pilates, que lo haga desde ya, porque es la mejor forma de tomar conciencia corporal, y es fundamental. Tu cuerpo es un templo maravilloso y si lo consideras así lo cuidas. Cuando no te gustas y no lo quieres ver, lo maltratas. El movimiento es vida.

¿Tu siguiente reto?

Los chinos lo llaman Wu Wei, que es el maravilloso arte de no hacer nada. El fin de semana que viene es la vuelta a Ceuta a nado, solo son 10 kilómetros y lo haré en plan de ver amigos y disfrutarlo.

Y a eso le llamas no hacer nada.

Ja, ja, es que yo siempre he hecho mucho y he pensado mucho para evitar sentir y tener que tomar decisiones. Te haces adicta a la adrenalina y cuando sobreestimulas la glándula que la genera, acabas teniendo dolores de espalda, que parecen musculares pero que no lo son. Por eso es importante conocerse y saber parar. Yo he logrado parar y ahora me siento muy bien. Soy consciente de las palizas que le he dado a mi cuerpo.

Fotos: ©Mirian Pirish Gómez.

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