Barbara Veiga, escritora, defensora de los océanos y aventurera
Nació en Río de Janeiro, entre el bosque y el mar, lo que ha marcado su carácter atlántico. Lleva años viajando por los mares del mundo como activista del medio ambiente, fotógrafa y escritora. Su defensa de los océanos le ha llevado a vivir grandes tormentas marinas, el abordaje de piratas en costas africanas y el enfrentamiento a los pescadores ilegales en las Islas Feroe. La próxima semana estará en Coruña, en el www.festivalmardemares.org, donde tendrá un encuentro con el público, y presentará una exposición y su libro “Sete anos en sete mares”.
¿Cómo surge tu pasión por el océano?
Empecé a los 14 años con el activismo, preocupada por las basuras que veía en el mar y me preguntaba cómo comunicarle a la gente lo que pasaba. Comencé a seguir organizaciones medioambientales, entré en Greenpeace como voluntaria medioambiental y a los 20 años me invitaron a cubrir planetaria. Las fotos se publicaron en la BBC, The Guardian, Brasil Globo y ya nada fue lo mismo.
Y la vocación de fotógrafa, ¿de dónde viene?
Siempre fue una parte de mi vida porque sentía la necesidad de contar las cosas, siempre he tenido una gran curiosidad y un deseo de llegar a la gente. En el colegio me interesaban el latín el griego y todo lo relacionado con el arte. La fotografía llegó antes que el activismo, pero ser activista me permite contar historias de una forma más profunda.
Me he perdido muchos cumpleaños y muchas celebraciones porque estaba lejos, pero gané otras experiencias»
Activista, escritora, documentalista… ¿qué contestas cuando te preguntan a qué te dedicas?
Trabajo para la concienciación socioambiental a través de las artes y la comunicación. Es una causa planetaria, que es una causa de todos; niños, grandes, empresas, gobiernos.. yo tengo un propósito muy fuerte y además tengo una gran habilidad, como comunicadora, soy capaz de hablar de esto de manera muy natural.
Por tu trabajo has vivido situaciones extremas; grandes tormentas, enfrentamientos con pescadores ilegales e incluso el abordaje de piratas. ¿te imaginabas que llegarías a esto?
Nunca me imaginé lo que iba a vivir, aunque sabía que iba a ser una vida fuerte y dura, porque así es la vida. Tengo treinta y tantos años y me quedan muchas carreteras por recorrer. Mi trabajo me ha hecho darme cuenta de que todo es posible si tu corazón está conectado con la justicia.
Se nos acercó un barco con cuatro hombres, eran personas desesperadas con muchos problemas, llevaban días sin comer y uno de ellos estaba muy enfermo».
¿Y has pasado miedo?
Sobre todo, me ha servido para reflexionar. Soy una persona que ha pasado mucho tiempo entre libros, porque soy muy curiosa. El encuentro con los piratas, por ejemplo, fue muy intenso, más que miedo tuve un shock. Navegábamos por la costa de Somalia, veníamos de Malaysia con dirección a Turquía, se nos acercó un barco con cuatro hombres con armas de fuego, eran personas desesperadas con muchos problemas, probablemente llevaban días sin comer y uno de ellos estaba muy enfermo. Yo sabía que los dioses del mar nos protegían. Apenas nos entendíamos, no hablábamos ningún idioma común. Les dimos toda la comida que llevábamos y logramos entender que uno de ellos necesitaba medicinas, así que le di lo que yo tenía en el barco, unos antibióticos. Con los gestos de despertarse a la mañana, de comer, de irse a dormir… le expliqué que tenía que tomarse uno a la mañana y otro a la noche… En momentos como este, te das cuenta de lo injusto que es la vida, parece que tenemos que perder la Amazonía para darnos cuenta de que no necesitamos tanto, ¿no?
Junto con otras dos compañeras, eres la co-fundadora de la Liga das mulheres pelo océano. ¿con qué objetivos nace esta asociación?
Nace de la necesidad grande de proteger nuestros mares y compartir nuestra experiencia y conocimiento. Todas trabajamos fuera del mar, somos documentalistas, atletas, científicas…, pero nos dimos cuenta de que juntas llegamos más lejos. Queremos alertar de las amenazas como la polución, los recursos marinos y el calentamiento como consecuencia del cambio climático. Ahora mismo contamos con 2.300 mujeres de todo el mundo y tenemos proyectos y campañas de concienciación, charlas en las escuelas, etc
¿Has sentido alguna vez que el ser mujer te ha puesto las cosas más difíciles?
Yo nunca tuve una experiencia de discriminación. Pero tengo muchas colegas que lo han pasado muy mal a bordo. Necesitamos que haya más igualdad en las tripulaciones. Aunque está cambiando mucho, en el mar también son minoría, hay muy pocas mujeres capitanas de barco, por ejemplo. En términos generales las mujeres aún no tienen sus lugares. Y hay que crear espacios de intercambio, de reconocimiento de esta falta de inclusión. Siempre han sido las que cuidan, las que limpian y necesitamos pelear por ello.
Recuerdas el momento más dificil de tu carrera
Uno de mis mayores desafíos vitales es dejar una contribución seria, comprometida y que tenga un impacto a largo plazo para las personas y las empresas. A veces es difícil ver las noticias, en Brasil hay tantos asesinatos de activistas y de mujeres. Es difícil vivir en una sociedad que solo piensa en el lucro.
Y lo más satisfactorio del activismo.
Tengo muchas satisfacciones n mi carrera porque amo lo que hago con entrega, pasión y seriedad, pero al mismo tiempo es duro cargar la responsabilidad de defender el mar, el planeta y sobre todo la vida humana, porque no hay separación entre unas cosas y otras.
El mar es sensorial, lo ves, lo oyes, lo tocas, lo respiras, estar en el mar es estar conectada conmigo misma.
Una de vuestras actividades son los encuentros en escuelas. ¿Qué mensaje aportáis a los estudiantes?
Sobre todo buscamos que se inicie una transformación, que ellos sientan ganas de participar, que se sientan orgullosos de actuar por el océano… llevar a sus padres a una charla, comenzar el reciclaje en casa, ir a una limpieza de playa, hacer dibujos sobre la belleza que hay en el mar… Si conseguimos que al menos diez hagan algo, ya me vale, porque ellos hablarán a sus amigos, a sus familia y siempre irá a más.
¿Cómo te ves dentro de veinte años?
Igual, tratando de ayudar a la gente haciendo más cosas. Muy activa y muy global
¿Qué te aporta el mar?
Está probado científicamente que estar cerca del mar nos hace bien psicológica y moralmente. El mar es sensorial, lo ves, lo oyes, lo tocas, lo respiras, estar en el mar es estar conectada conmigo misma. Es una oportunidad de ser una persona mejor. Si estoy en un desierto, estoy respirando océano. Así que para mi estar en el mar es una experiencia de vida poética y filosófica muy intensa y esto me aporta mucha fuerza y alegría y me hace seguir. Espero que sea así por muchos y muchos años.
Hay una profunda poesía en el mar gallego, es un espejo en el que nos reconocemos nosotros también.
Fotos: ©Bárbara Veiga