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Olivia Mandle: «Todas las personas podemos sacar al activista que llevamos dentro»

- 04/05/2023 -

Olivia Mandle (Barcelona, 2007). Activista medioambiental y apasionada de los animales marinos.

Desde pequeña tuvo claro que quería ser “una de esas personas que luchan por y para el planeta y los seres vivos que lo habitan”. Su pasión por la naturaleza y los animales llevó a Olivia Mandle a convertirse en activista a los 12 años, cuando hizo su primera petición en Change.org para que el zoo de Barcelona sacara a los delfines de la cautividad; poco después, viendo que no podía bañarse sin toparse con plásticos, creó un utensilio para quitarlos de la superficie del mar, la Jelly Cleaner. Desde entonces, Olivia Mandle no ha parado de luchar frente al cambio climático, ni parará. Con 16 años atesora reconocimientos, entre ellos uno de la Fundación Jane Goodall, y ejerce como embajadora de organismos y entidades internacionales.

Uno de sus logros más recientes: entregar más de 150.000 firmas en el Congreso de los Diputados para poner fin a los delfinarios en España.

¿Qué experiencia te llevó a convertirte en activista ambiental?

El activismo lo llevo dentro desde pequeña, el activismo o la sensibilidad hacia los más desfavorecidos y los animales, así como por el estado de nuestra naturaleza. Luchar por aquello que realmente amo, aprecio y valoro profundamente. También grandes personas como Jane Goodall, Sylvia Earle o David Attemborough llenaron mi infancia de admiración y sueños, sueños de ser uno de ellos. Una de esas personas que luchan por y para el planeta y los seres vivos que lo habitamos.

Mi activismo se materializa a los 12 años con la creación de la Jelly Cleaner, mi utensilio para quitar microplásticos de la superficie del mar; pero también con el lanzamiento de mi primera campaña en la plataforma Change.org pidiendo al zoo de Barcelona que trasladase los delfines que aún quedaban en el zoo a un santuario marino.

También me ha rodeado una familia muy concienciada que siempre ha disfrutado de la naturaleza, amándola y respetándola. Poniendo las pequeñas cosas por delante y con unos valores y coherencia muy sólidos. Siempre digo que todos podemos sacar al activista que llevamos dentro.

Entonces ¿qué significa para ti ser activista?

Simplemente, actuar para generar cambios en positivo. Eso es lo que yo hago, pero invito a todo el mundo a que lo pruebe, la satisfacción es máxima y las consecuencias siempre impactan en positivo hacia el planeta y los seres vivos.

¿Cuál es el problema ambiental que más te preocupa y por qué?

Obviamente, el cambio climático, pero mi lucha por los derechos de los cetáceos es algo que me ocupa mucho tiempo y dedicación. Creo que todo está conectado y se trata de cambiar la forma en que tratamos a la naturaleza y con ello a los seres vivos. El humano debe de dejar de sentirse ‘todopoderoso’ e infalible y empezar a sentirse humilde. Ahí llegará el momento del cambio, cuando escuchemos a los científicos tan conectados a la agonía que actualmente vive la naturaleza, cuando se dejen de tomar decisiones con un solo fin, el económico. En ese momento, empezaremos a abrir los ojos. Y para mí los derechos de los animales están conectados directamente con la forma tan brutal y abusiva con la que los tratamos.

Tu preocupación por los Océanos y los microplásticos te ha llevado a crear la Jelly Cleaner, ¿qué es y cómo se te ocurrió?

La Jelly Cleaner es un utensilio para limpiar microplásticos de la superficie del mar. La creé en 2019 tras ver una exposición sobre cambio climático. Sentí que tenía que actuar, que tenía que tomar acción y me puse a dibujar cosas para quitar los plásticos que me encontraba cuando nadaba en la playa de mi pueblo, Palafrugell. Empecé a estudiar e investigar, descubrí el horripilante mundo de los microplásticos y me centré en crear algo con material reciclado, con cosas que encontraba por casa, como coladores, con cosas que voy pidiendo en el barrio, a los amigos, vecinos…

Recientemente se ha aprobado el Tratado Global de los Océanos, ¿cómo recibes esta noticia?

Con admiración, por la gran lucha que muchas personas han dedicado a este tratado. Todavía queda mucho, y necesitamos ver cómo se va a aplicar, pero es un enorme avance. Debería servir como el inicio del cambio hacia el trato que merecen obtener nuestros océanos, fuente de vida, de nuestra vida. Producen gran parte del oxígeno que respiramos y son grandes captadores de CO2, así es que no hay duda de que mantener el equilibrio del ecosistema es más que necesario.

¿Quién te ha apoyado en tu activismo? ¿Te has sentido apoyada por familiares y amigos?

Mi familia ha sido mi mayor apoyo. Cuando tenía 12 años, ellos me escucharon, me ayudaron a “calmar” mi curiosidad por saber, por conocer más acerca de este maravilloso planeta que nos rodea. Son la semilla de que mi hermano y yo seamos tan conscientes y valoremos la importancia de la naturaleza. Mi madre siempre me acompaña a todas partes, me ayuda con la locura que es gestionar mi agenda e intentar hablar con los montones de personas y organizaciones que solicitan una entrevista o una ponencia. Ella siempre tiene toda la paciencia del mundo y no sé cómo lo hace, porque ella es emprendedora y tiene también su trabajo.

Mi activismo nos lleva a estar separados a los cinco, mi abuela vive con nosotros, más tiempo del que nos gustaría, pero la comprensión en mi familia es enorme. Entienden que es mi pasión de vida, yo lo siento así, y ellos me respetan.

A nivel de organizaciones, para la entrega de firmas de mi campaña he ido acompañada y apoyada por la organización internacional World Animal Protection. Ha sido increíble poder tener su apoyo y estoy muy agradecida. Son grandes expertos en luchar por los derechos de los animales.

«Quiero que la generación actual sea la última generación de cetáceos que viva en confinamiento en España».

Recientemente hiciste una campaña en Change.org Por el fin de los delfinarios en España #noesPaísparaDelfines y acabas de entregar 154.000 firmas secundándola en el Congreso de los Diputados. En la entrega has estado acompañada por la organización World Animal Protection y varios científicos especializados en cetáceos en cautividad. ¿Qué sientes ante esta movilización?

Siento que, si bien llevo luchando cuatro años por el fin del cautiverio, esta movilización que ha estado presente en gran número de medios a nivel nacional y regional es el inicio REAL del fin del cautiverio. No me van a parar. Lo dije con 12 años y lo digo con 16. No pararé de pedir algo que me parece que cae por su propio peso. Estamos en el siglo XXI y no es sostenible ni justificable mantener a animales que no están en peligro de extinción, animales extremadamente inteligentes y sensibles y ponerlos en una piscina a hacer tonterías para beneficiar a los humanos.

No podemos olvidar que España es la campeona europea en crueldad hacia los delfines. Con más de 100 cetáceos en cautividad, España es el país con mayor número de ejemplares en cautividad de Europa y uno de los primeros países en cautividad de delfines a nivel mundial, solo por detrás de países como China, Estados Unidos y Rusia. En España también tenemos un tercio de los delfinarios del continente europeo.

«No me van a parar. Lo dije con 12 años y lo digo con 16. No pararé de pedir algo que me parece que cae por su propio peso».

La reciente Ley de Bienestar Animal aprobada por el Congreso en marzo de 2023 ha dejado a los delfines y cetáceos de lado. Y por ello he ido al Congreso a solicitar a los diputados que modifiquen y prohíban la captura y cría de cetáceos en cautividad. Quiero que la generación actual sea la última generación de cetáceos que viva en confinamiento en España.

El cambio climático afecta de manera desproporcionada a las mujeres y las niñas en el mundo. ¿Cómo crees que se podría garantizar que las voces de las mujeres y las niñas se escuchen y se tengan en cuenta en la toma de decisiones sobre el cambio climático?

Todos los países y los ciudadanos debemos cambiar la forma de hacer las cosas. Es probable que un niño nacido ahora sufra, de media, entre tres y cuatro veces más fenómenos climáticos extremos a lo largo de su vida que sus abuelos. Es una de las conclusiones del último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC). No se están haciendo suficientes esfuerzos para comprender, preparar y aplicar medidas de adaptación al cambio climático. Las lagunas suelen ser mayores en los países en desarrollo, que pueden permitirse invertir mucho menos en medidas contra el cambio climático que las zonas ricas del mundo.

«El mundo de la sostenibilidad es de las mujeres».

En general, sabemos cómo hacerlo y se puede y se debe hacer. En ese informe, los gobiernos del mundo lo reconocen. Y el papel de la mujer es de vital importancia en esto, las cifras saltan a la vista, todos podemos ver como parecería que el cambio climático está en manos mayoritariamente de mujeres que luchan día tras día. El mundo de la sostenibilidad es femenino. Pero claro, los países más desfavorecidos son los que más sufren y sufrirán por el cambio climático. Las políticas y las ayudas deben mirar en primera instancia hacia allí. No podemos dejarlos. Siempre los más desfavorecidos (y aquí las mujeres aún están más a la cola) son los que más sufren.

¿Es fácil convencer a los jóvenes para que participen en la defensa del medio ambiente?

No, no es nada fácil. Nos queda mucho, sobre todo aquí en España. En foros internacionales veo a la gente joven más comprometida que aquí. Aquí hay demasiado pasotismo, lo ven muy alejado. Para ello, lo más importante es la educación medioambiental desde pequeños, desde los dos años, pero no enseñar a reciclar, enseñar a cambiar nuestros hábitos.

«Nuestro poder como ciudadanos es muy potente: somos los que decidimos qué consumir».

¿Cuál es el primer paso que dar?

El primer paso es entender que todos podemos ser activistas desde nuestro metro cuadrado. Y darnos cuenta de que se trata de ir a la raíz. Por ejemplo, limpiar basura en la naturaleza está muy bien, pero debemos empezar por enseñar que eso no debe estar ahí. Nuestro poder como ciudadanos es muy potente: somos los que decidimos qué consumir o que no. Si dejamos de comprar productos en plástico de un solo uso, se dejará de fabricar y además, probablemente, los gobiernos legislarán. Pero todo esto pasa por nosotros mismos. Si vas a la salida del instituto a comprarte un bocata a un bar y lo envuelven en papel de aluminio, es muy sencillo decirle al señor del bar, con respeto y educación, que ese envoltorio contamina mucho tanto a nuestra salud como al planeta y que, por favor, empiece a vender los bocadillos en otro envoltorio, como un sencillo papel de cocina. A veces parece que todo es una montaña, pero pequeños hábitos marcan la diferencia. Eso sí, los gobiernos deben actuar de forma inmediata porque hay problemas que ellos deben resolver, como acabar con las perforaciones petrolíferas, entre otras.

«A veces parece que todo es una montaña, pero pequeños hábitos marcan la diferencia».

En septiembre de 2020 fuiste reconocida como ‘Mini Heroína’ por el Instituto Jane Goodall y su programa educativo Raíces y Brotes, además eres Embajadora del Pacto Climático de la Comisión Europea y Embajadora de la ‘España Azul’. ¿Qué suponen todos estos reconocimientos?

Significa agradecimiento, y mi manera de agradecer es seguir luchando por un mundo mejor, por crear una cadena de consciencia.

¿Cuáles son tus próximos pasos y proyectos para continuar tu activismo climático?

Seguir luchando por el fin del cautiverio a través de mil proyectos. Ahora mismo estoy rodando una serie de capítulos para TV3 sobre el cambio climático, en la que soy presentadora y descubro pequeños grandes proyectos que ya están sembrando la semilla para el cambio. Pero me queda estudiar un montón, seguir formándome a tope.

Estoy acabando de escribir un libro con Penguin Random House, marcho a Bruselas para pedir a la Comisión Europea legislar el fin del cautiverio ¡y un largo etcétera! No me van a parar. Hay mucho que hacer e invito a la gente joven a que busque en sus pasiones la semilla para el cambio que tanto necesitamos. Somos la generación que ha sacado a la calle la realidad en la que vivimos, pero tal vez seamos nosotros la última generación con la posibilidad de crear este cambio, así es que los que no se mueven, están perdiendo su futuro.

¿Dónde te ves dentro de diez años?

Cerrando delfinarios, abriendo santuarios que ojalá no sean necesarios en el futuro. Me veo en un velero estudiando a delfines y cetáceos. Creo que tienen mucho que decirnos y que aportar. Aún no los conocemos suficiente y ya les estamos dañando. Me veo siendo bióloga marina y desde el conocimiento seguir impactando y comunicando.

© Fotos cedidas por Olivia Mandle.

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