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¡Vamos, mineras!

- 30/11/2022 -

Ya lo contamos en las redes, lo mejor de juntar en un encuentro a varias indómitas es que siempre sale una nueva iniciativa. A veces, muy intrépida. Y del I Indómitas Day que celebramos en Avilés el pasado 15 de octubre, surgió la posibilidad de visitar la cuenca minera asturiana. La energía de las mujeres que se dieron cita en el evento, todas ellas con una historia fascinante, hizo prender la chispa y la incansable Conchi Rodríguez, exminera y la mujer que consiguió que el Tribunal Constitucional reconociera el derecho de las mujeres a bajar al pozo, propuso a las indómitas participantes conocer una mina. Una de verdad, sí. Bajo tierra. Como no podía ser de otra manera, todas dijeron ‘sí’, sin dudarlo. Y bajamos al Pozo Sotón. Ahora que por fin hemos superado el subidón, las agujetas, hemos expulsado el polvo del carbón que aspiramos y nos hemos hecho con unas cuantas fotos de fuera y dentro de la mina, queremos contarlo aquí. Porque ya sabéis que las historias que no se cuentan, no existen.

En la boca del pozo nos reunimos con varias caras conocidas, Nuria Bravo, primera mujer piloto de helicóptero del ejército y comandante de Salvamento Marítimo; Rosa Fernández, alpinista que ha subido a las cumbres más altas de todos los continentes, y la artista y pintora, Blanca de Nicolás, que pinta desnudos masculinos y está acostumbrada a enfrentarse a muchos prejuicios. Al equipo me uní yo, como una de las cofundadoras de Indómitas. Por cuestiones de agenda, faltaron algunas de las que habían confirmado su presencia, pero al grupo se unió también Conchi Casado Sulé, primera ingeniera de minas de España que trabajó en el interior de una mina.

¡Mineras por un día!

Después de recibir una sesión informativa de seguridad, nos vestimos con los monos, guantes, botas, autorrescatadores -equipo de respiración autónoma para casos de emergencia- y las lámparas. A las 9:30 de la mañana, nos montamos en la jaula, como le llaman al ascensor que baja al pozo, y en apenas unos minutos nos encontramos a 386 metros bajo el suelo, una profundidad por debajo del nivel del mar. Luego bajaríamos más.

Ahí empezó nuestro recorrido de cinco kilómetros por galerías y túneles, donde fuimos descubriendo, gracias a las explicaciones de los mineros que nos acompañaban, las diferentes actividades que se desarrollan en el interior de la mina: picar carbón, barrenar galerías, dinamitar en algunas zonas para abrir brecha, palear carbón, conducir vagones cargados, mantener las máquinas, reforzar la seguridad, entre otras muchas.

Pasamos cinco horas alumbradas por las luces de nuestras lámparas, en túneles a veces poco más anchos que nuestros cuerpos, subiendo y bajando escaleras, trepando algunos tramos durísimos y arrastrándonos en todos aquellos en los que era imposible permanecer de pie. Incluso llegamos a picar carbón, bueno, a intentarlo; el peso de la máquina era tal que a muchas nos resultó imposible sacar un centímetro a la tierra. 

Todo eso completamente desconectadas del mundo exterior (no se permite bajar móviles a la mina). La única conexión con la superficie son unos teléfonos fijos que hay en algunas galerías y que los trabajadores utilizan para comunicarse y estar al tanto de cosas tan básicas cómo la hora en la que viven, porque los relojes con baterías tampoco están permitidos. 

Parece un plan poco apetecible, ¿verdad? Pues a pesar de todo, lo disfrutamos muchísimo, no sentimos claustrofobia, ni miedo, pero sí nos dimos cuenta de las condiciones tan duras, durísimas, en las que trabajan los mineros y las mineras que bajan cada día al pozo. Y nosotras solo habíamos estado cinco horas dentro. Aunque es cierto que en la actualidad tienen muchos más medios mecánicos para sacar el carbón, pasar siete horas bajo tierra, en un entorno tan oscuro y claustrofóbico, tomando el almuerzo y haciendo apenas descansos rodeados del polvo de carbón es una tarea impagable.

Para la alpinista, Rosa Fernández, cuyo padre y hermano han sido mineros, la bajada a la mina fue “algo impresionante, algo que llevaba más de 40 años pensando hacer y por fin me llegó el día. He visto lo peligroso que es, lo que respiras ahí abajo, como tiene que vivir esta gente y la verdad es que me parece algo durísimo, algo que no podría hacer nunca”. Nuria Bravo, cuyo medio natural, el helicóptero de Salvamento Marítimo, es el aire, comentaba que “había sido una experiencia fantástica, conocer una mina, conocer el trabajo, conocer a los compañeros. Me ha parecido impresionante. No me lo esperaba así”, pero eso sí, aseguró que prefiere un rescate en un temporal en el Cantábrico a tener que bajar a la mina. Y Conchi Rodríguez, tenaz e incansable luchadora, mostró su orgullo a la salida del pozo, porque “después de 30 años que salió la sentencia he podido bajar a la mina acompañada de la ingeniera Conchi Casado, que puede trabajar en su profesión gracias a esa sentencia”. Conchi tampoco dejó pasar la oportunidad de reivindicar que la igualdad y la no discriminación hay que perseguirla cada día.

Junto a nosotras bajaron también ese día Francisca Hernández, María Victoria Sainz, Marta María Álvarez, Manuel Ángel Martínez y Joaquín Martínez. Para todas fue una experiencia inolvidable y recomendamos la visita al Pozo Sotón para conocer de cerca y atisbar el trabajo en las minas. Tras esta jornada bajo tierra tuvimos la sensación de habernos impregnado no solo del polvo de carbón, sino también del compañerismo legendario que ha imperado siempre en las minas y que tan bien nos transmitieron Anselmo, Josito, María, Paulino y Víctor, los mineros que nos guiaron y acompañaron animándonos todo el tiempo con ese ‘¡vamos, mineras!’. Seguramente, sin sus palabras y ayuda nos habría sido mucho más difícil completar los cinco kilómetros de la expedición subterránea. Para nosotras siempre serán nuestros “ángeles bajo tierra”. ¡Mil gracias a todos! Y por supuesto también, nuestro eterno agradecimiento a Hunosa por facilitarnos una visita tan instructiva e irrepetible. ¡Y unas agujetas que recordaremos de por vida!

Y después de la foto en el interior, la foto de grupo a la salida del Pozo Sotón.

Fotos: © Hunosa.

Foto de portada: Nuria Bravo, Pilar Forcén, Rosa Fernández, Conchi Rodríguez y Blanca de Nicolás.

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