A 120 metros de altura, sujeta por unas cuerdas que se mueven al azote del viento ycon unas cuantas herramientas pesadas colgando del arnés. Así es el día a día profesional de Myriam Parejo-Bravo, Beatriz Ruiz García y Jimena Iannitelli, tres técnicas de trabajos en altura y en vertical que lo mismo arreglan las palas de una instalación eólica que limpian las cubas de una refinería petrolera. Todas ellas tienen dos cosas en común: la primera, llegan a esto por su hobby, la escalada. Aunque ninguna imaginó en sus inicios que este deporte sería la llave que les abriría la puerta de su futuro. La segunda, las tres han querido contar su historia para animar a otras mujeres a formarse en esta profesión
Verticaleras; así se conoce en el argot profesional a las mujeres que trabajan en altura. Que en España son todavía una muy pequeña minoría. Apasionada de la escalada, el barranquismo y la espeleología, Myriam Parejo-Bravo, sevillana de 40 años, estudió Historia del Arte, pero tras hacer un Máster en Prevención de Riesgos Laborales se colocó en una refinería. “La planimetría de estos espacios es en vertical, hay bomberos, pero los rescates se hacen por medio de posicionamiento con cuerdas de un equipo de alta cualificación de expertos en trabajo vertical. Ahí es donde entramos nosotros”, explica. Además de rescates, realizaba mantenimientos y limpieza de las instalaciones. Aparte de practicar la escalada, Myriam tiene larga experiencia en espeleología, un deporte que le ha permitido adentrarse en las grandes cavidades de nuestra geografía.
Es una de las pocas mujeres que ha bajado a la sima más profunda de Andalucía. “La experiencia en cuevas me sirvió mucho, porque son sitios cerrados y oscuros, pero cuando has pasado tiempo en simas, estás preparada. Para mí la espeleología fue una gran preparación, yo entraba en esos sitios, donde pasas tres días incomunicada y cuando sales eres alguien nuevo”, comenta.
“He roto la barrera de ser mujer, la barrera de la edad y la barrera de ser madre”.
Jimena Iannitelli
Después de tres años en la refinería, Myriam cambió de empresa. Ahora trabaja en el grupo Protecciones Gharo Grupo Multigarben, un gabinete de seguridad y salud especilizado en trabajos en altura y verticales de Murcia. Buena parte de su trabajo lo dedica a la formación de trabajos en vertical, es una de las dos mujeres que tienen titulación en España para impartir estos cursos. “Llevo mucho tiempo haciendo esto, pero a los alumnos aún les choca que sea una chica la que de la formación”, comenta Myriam. “Eso sí, nunca me he sentido cuestionada por el hecho de ser mujer, mis compañeros siempre me han recibido muy bien”, apunta. Lo mismo comenta Beatriz Ruiz García, granadina de 35 años, que trabaja para Desnivel Agranaltura, una empresa de Granada. “Entras en una fábrica y te dicen ‘es la primera vez que viene una mujer’. Pero mis compañeros me han recibido como a una más, siempre me ayudan y me apoyan”.
La situación de España no dista mucho de la que hay en otros lugares como Argentina, donde ejerce Jimena Iannitelli, única mujer acreditada para trabajar de técnica de trabajos en alturas en su país y que se dedica a la limpieza y mantenimiento de aerogeneradores. Comenzó hace cuatro años en una empresa de reparaciones y pintura de fachadas, limpieza de vidrios y podas en altura. Pero, siguiendo la recomendación de su hermano, se animó a realizar la formación necesaria para trabajar en el sector eólico, un mundo en el que en la actualidad hay una alta demanda. Para ello tuvo que marcharse a Chile a realizar la formación necesaria y es la primera argentina que tiene la titulación IRATA como Técnica en trabajos en vertical y cuenta también con el título GWO de Reparadora de Palas mediante acceso con Cuerdas. “Ser la única mujer en mi país que trabaja como reparadora me hace sentir muy bien. He roto las barreras que suponía ser mujer, las barreras que suponía la edad, llegué a esto con 41 años, y la barrera de ser madre; puedo conciliar el trabajo y la vida familiar. Espero que otras mujeres se animen con esta profesión, que está en auge y puedan verlo como una salida laboral”.
“He roto la barrera de ser mujer, la barrera de la edad y la barrera de ser madre”.
Jimena Iannitelli
Su trabajo no tiene nada de rutinario; dependiendo de las tareas del día -que pueden ser inspecciones, reparación de las palas y limpieza de las mismas y de la torre- prepara con su equipo los materiales. “Vemos la previsión del viento y otras condiciones climatológicas y, si está todo bien, nos dirigimos al aerogenerador, lo cual a veces implica largos desplazamientos”. Los días que el viento les impide trabajar, los dedican a poner orden en el almacén o a tareas administrativas, como la elaboración del informe fotográfico de los trabajos realizados.
Beatriz se inició en la escalada hace nueve años y hace cinco meses que empezó a trabajar comooficial de trabajos verticales. Hasta entonces se ganaba bien la vida como monitora de deportes, pero animada por un compañero del club de montaña hizo un curso de prevención, le gustó a la empresa que impartía la formación y la contrataron. ¿Necesitas algún requisito especial para optar a la formación? “Se puede presentar cualquiera, pero no cualquier persona lo pasa, tienes pruebas escritas y pruebas físicas en las que desciendes con las cuerdas, subes poleas con peso, haces rescates… al final no se necesita tanta fuerza como maña”.
Lo más importante; la seguridad
El trabajo de Beatriz es muy variado, desde la colocación de líneas de vida (instalaciones en el tejado para que otras personas puedan acceder con seguridad), limpieza de filos de tanques industriales, mantenimiento de molinos eólicos o la instalación de un metro para medir una presa. No importa que el trabajo se desarrolle a 120 metros de altura o a cinco, la seguridad es siempre la prioridad. Ninguna de las tres ha vivido momentos de tensión en el trabajo, “ni siquiera cuando estaba en la refinería tuve que hacer rescates ni viví ninguna explosión”, comenta con cierto alivio Myriam, y tanto ella como Beatriz reconocen que asumen más riesgo cuando escalan o hacen espeleología que cuando trabajan, porque en el mundo deportivo los protocolos de seguridad no son tan estrictos. “En el trabajo velas mucho más por la seguridad porque no solo juegas con tu vida, sino también con la de tu compañero, así que estás mucho más alerta. Por eso es importante cumplir con las normas, yo nunca trabajaría en una empresa donde no te den la formación que yo he recibido. Hay mucho pirata, gente que trabaja con menos protección y por eso tiene precios más baratos… “. Quizá eso explique el hecho de que los accidentes laborales en el sector, especialmente en trabajos en altura, hayan aumentado un 17% el año pasado, especialmente en trabajos de altura. “Los trabajos en vertical son mucho más seguros, pero en altura es especialmente peligroso el trabajo en cubiertas, aclara Myriam.
Todavía hay mucha gente que se sorprende al ver a una mujer»
Aunque la jornada es de ocho horas, nunca suelen pasar más de 3 o 4 en el aire y siempre haciendo descansos. “Ahí arriba te da el mal de altura y tienes que bajar. Y si ves que el compañero está cansado, también. Más de una vez tienes que ayudarle a descender porque no puede seguir”, comenta Beatriz. Es obvio que es un trabajo que necesita una buena condición física. Las tres entrevistadas practican escalada pero también pilates y yoga, hacen ciclismo o van al gimnasio. “Tienes que estar en forma y sobre todo cuidarte, lo más importante es el equilibro de cuerpo y mente”, comenta Beatriz, que para ello practica yoga.
Tanto Beatriz como Jimena se han incorporado rozando los 40 años a este trabajo, lo que da una idea de que la edad no es un factor determinante. “Lo importante es la formación, una buena forma física y la motivación”, aclara Myriam, “es mejor tener a alguien motivado, porque la técnica se aprende, pero la motivación no”.
“Al final en este trabajo importa más
la maña que la fuerza”.
Jimena Iannitelli
Tienes que cuidarte, lo más importante es el equilibro de cuerpo y mente
beatriz ruiz garcía
¿Y las familias? ¿Cómo se toman el hecho de que pasen tanto tiempo colgadas de unas cuerdas? Myriam reconoce que su familia ya estaba curada de espanto con la espeleología, “cuando entras en una cueva pierdes toda conexión con el mundo y tardas tres días en salir. Tu familia pasa todo ese tiempo sin saber si estás bien o no, así que esto no les pareció tan grave”. Beatriz comenta que al principio les extrañó el cambio de trabajo, pero con el tiempo se han acostumbrado. Quizá el ver a sus hijas felices, haciendo algo que les entusiasma, con un buen sueldo (en España el sueldo básico para quien empieza está en torno a los 1.500 € al mes) y donde la seguridad es la gran prioridad, son motivos suficientes como para apoyarlas. Para ellas además está el orgullo de ser pioneras en el campo y la posibilidad de trabajar en un entorno diferente y al aire libre siempre. Beatriz quiere lanzar un mensaje a las mujeres que estén pensando en optar a esta profesión; que se tiren a la piscina, es un trabajo duro, pero muy satisfactorio.
Fotos cedidas por las entrevistadas